Domingo por la mañana. Rodeada de silencio y luz. Todo está tranquilo y me siento muy afortunada por la vida que, a pesar de los obstáculos, estoy viviendo. Parece muy manido pero dentro mío hay muchas lecturas, malos y buenos ratos, aprendizajes y miedos superados que de verdad han servido para que esté hoy aquí escribiendo. ¡Y me encanta!Soy muy afortunada por poder hacerlo ¡de veras!
Soy una persona inquieta, valiente, que provoca y disfruta los cambios a pesar de que me trastoquen física y emocionalmente. En ayurveda mi dosha predominante es vata (aire, éter) de ahí adorar los cambios pero lo cierto es que no me sientan bien porque tiendo hacia el movimiento y demasiado movimiento no es sano para mi. Por suerte tengo un dosha kapha (tierra, agua) que ha surgido en estos últimos meses que va equilibrando el asunto pero que se ha hecho tan presente que tampoco está en su equilibrio y me ha hecho coger algunos kilitos y estar un poco más apática de lo que debería así que aquí estoy, en medio de una búsqueda de equilibrio entre ambos trabajando con mi dosha pitta (fuego, agua), ese que organiza, ejecuta y toma acción, ese que está trabajando en crear estabilidad dentro de los cambios y que mantiene a kapha a raya con algo de ejercicio y dieta.
El ayurveda me ayuda a entender qué me sucede pero parece que nunca se sabe lo suficiente. Cada vez que voy a una librería me quedo embobada y ansío tener todo ese conocimiento en mi cabeza. Muchas veces he comentado que me gustaría, como en la película «Matrix», poder ‘enchufarme’ un cable tras mi cabeza y aprender todo en segundos. Algún día tal vez suceda, por hoy, toca currárselo.
¡A la faena con los obstáculos!
Y los obstáculos son esas ocasiones en que toca currárselo un poco. A veces toca currar mucho y otras no tanto ¡y en todas se aprende algo! Su valor reside en que hay una resistencia interna que terminamos por soltar cuando estamos dispuestos a aprender. Quedaos con el dato: HAY UNA RESISTENCIA INTERNA.
Si pudiéramos poner sobre un papel qué pensamientos aparecen en nuestra mente con una sola experiencia necesitaríamos un rollo muy largo y ancho para plasmar todo porque hay pensamientos conscientes pero, como un iceberg, esconden cientos de pensamientos subsconscientes y condicionantes que no vemos pero que sostienen esos de los que si somos conscientes. El caso es que podríamos empapelar nuestra casa con los diagramas y pensamientos conectados que plasmaríamos con una sola experiencia. Ay madre.
Los obstáculos son esos libros que nos enseñan. ¿A que cuando terminas de leer un libro sientes que has aprendido ‘algo’ pero, años después, vuelves a leerlo y has descubierto algo nuevo? podríamos pasarnos leyendo un libro en el día de la marmota y seguiríamos descubriendo nuevas cosas. Así son los obstáculos, que aparecen y aparecen constantemente hasta que, una vez ya hemos aprendido, ya no volvemos a encontrarnos con ellos. Ya no volvemos a leer ese libro. Sentimos que no nos hace falta, y ahí está el universo librándote de esa tesitura finalmente.
Aquellos obstáculos que se repiten una y otra vez están ahí para mostrarte una perspectiva nueva, con más datos, nuevos actores y nuevas escenas pero misma historia. Y te dices a ti mismo «¿otra vez en esta situación? WFT!!» y ala, de nuevo ahí están las emociones, sensaciones y luchas, ya estás repitiendo algún patrón que te es familiar.
A veces los obstáculos son piedras pequeñas (una multa) y a veces son piedras grandes (una enfermedad incurable) pero todas son experiencias que uno decide superar. La actitud con la que decides afrontarlo es la clave para convertir un obstáculo en una oportunidad.
Así que en realidad TODO OBSTÁCULO ES UNA OPORTUNIDAD de aprender, de escuchar, de sentir y valorar aquello que te obstaculiza. Y, por cierto, obstaculiza ¿hacia qué? ¿por qué sentimos que luchamos, empujamos, superamos…? Daos cuenta del matiz: todo eso implica un esfuerzo, una cuesta. Venga, os lo repito de nuevo… estamos resistiéndonos a eso que estamos viviendo. Si, eso que nos saca de nuestro confort, de nuestra rutina, de nuestra seguridad… ¿Os acordáis del dicho «más vale malo conocido que…»? pues eso. Preferimos amodorrarnos y ver la vida pasar aunque eso nos hunda en el aburrimiento antes que superar retos, sorprendernos con las desavenencias de un viaje inesperado o negociar un precio con un sherpa de india que nos quiere chantajear. Es igual, cualquier cosa que nos saca del hábito nos remueve y luchamos para que no suceda.
Pues ay, queridos míos, no hay remedio más efectivo que sonreír ante los infortunios, por pequeños o grandes que sean, si aprendemos a sonreír ante cualquier cosa, os prometo (si así de profunda me pongo) ¡OS PROMETO! que los obstáculos pasarán a ser piedras pequeñas, ¡todos! incluso los obstáculos grandes. De repente se convertirán en un montón de piedras pequeñas juntas que molestan pero que que no duelen, que puedes apartarlas con facilidad de tu vista. Ahí está el quid de la cuestión, nada va a evitar que tropecemos con nuevas piedras de las que aprender algo pero, ¿quieres que sean pequeñas o grandes?
En tu mano está cómo quieres vivir y cómo de intensas quieres que sean las experiencias que marcarán tu vida y a los que te rodean. Esto me recuerda que hace unos días perdí un colgante que me regalaron en medio de un monte alicantino a 1000 metros de altitud y cuando volví a por él unos días después me perdí en el camino. Acabé correteando alrededor de unas rocas que daban a un acantilado colgándome de los árboles que salían de ellas. Literalmente me temblaban las piernas y me las vi crudas para salir de aquél embrollo pero me hablé en voz alta a mí misma para decirme «vale, en menudo lío te has metido. Si te caes al menos vas con un gran pañuelo rojo que se verá desde el cielo… pero eso no va a suceder, vas a salir de esta como que te llamas MJ… deja de corretear, respira, mira al frente y encuentra el camino de vuelta.» Diez minutos y varios resbalones después conseguí volver al camino con bastante flojera pero sana y salva. En el fondo, me lo pasé pipa, fue arriesgado por mi parte porque podría haber llamado por teléfono a mi pareja que estaba a 20 minutos de allí pero me ponía el reto de salir de aquello sola. Y relajé los nervios para salir de aquello.
¡Venga! ¡a sonreír se ha dicho!! Namaste queridos amigos.
Hoy llueve muchisimo, y la situacion labiral depende de unas comunicaciones que no llegan…. y justo recibo tu mail y leo este hermoso texto…. gracias! Siempre tan precisa y con simpleza escribis lo profundo de cada ser…..pero ahora sonrio y sonrio…. graciasNamaste
Hola Anahi, lo que suceda no depende de ti. Es innecesario pasar angustia por algo que no ha sucedido todavía y sonreir mes, durante y después de los acontecimientos te ayudará vivirlos con menos drama y más flexibilidad y plenitud. Ánimo que todo irá bien!!