Ayer tuve un día de perros. Pensé que fue el día, que amaneció lluvioso y estuvo gris todo el tiempo. Ayer tenía sed de conectar con la naturaleza, de sentir el aire en mi cara, la humedad en mis manos y la tierra bajo mis pies desnudos. Necesitaba recargarme. Pero hoy, HOY, me he levantado con una energía increíble, inspirada, animada, confiada, con ganas de avanzar muchas cosas que tengo a medias delante de mi. Tengo tanta energía que quisiera que este día tuviera horas sin fin para poder hacer todo lo que quiero hacer sin parar y aprovechar esta inspiración.
¿Cómo es posible? Si ayer mismo estaba completamente desanimada. Es como una onda de energía que viene y va. Ojalá pudiera mantenerla conmigo para poder ver con más claridad todo lo que me rodea. Es como si me hubieran enchufado a algo o me hubieran dado un psicotrópico… ¿no os pasa a vosotros?
Justo antes de que nos confinara el COVID19 deje de trabajar en la agencia de marketing en la que tan integrada me sentía. No fue doloroso, me sentí segura con aquella decisión y la empresa sintió que era lo que tenía que suceder. Ambas partes teníamos mucha presión a nuestro alrededor, no fue personal, fue una presión de contexto, de sector, estábamos forzando la máquina desde muchos frentes y la situación no pintaba mejorar. Se me presentaba una oportunidad para un nuevo camino y no tuve nada de miedo.
Pero no hay dos días iguales y el miedo apareció semanas después. En los procesos de reinvención suele sobrevenir esa angustia/ansiedad provocada por el ego, esa entidad interna que nos quiere proteger del dolor y del sufrimiento. Ante la incertidumbre de lo que vendrá nos incita a volver a la seguridad y a lo conocido porque ya hicimos el proceso de adaptación/aprendizaje a ello así que ¿por qué arriesgarlo todo? ¿Por qué atreverse a sufrir de nuevo? —“¿No darías marcha atrás?”— Me decía la vocecita interior…
El ego promueve el confort, la pausa, la repetición, la rutina, la seguridad de lo conocido y tiende a llevarnos a un estado tamásico (apático) pero en el equilibrio y dualidad está la vida así que ante un estado de miedo, lo que lo equilibra es la valentía y el coraje; un estado de euforia lo equilibra una larga pausa, una música tranquila o una caricia suave dada con mucha lentitud; un estado tamásico lo equilibra un estado rajásico o activo, y siendo consciente de esto, me saltan las alarmas y reacciono con entereza.
¡Hoy afronto el miedo! Un extra de confianza ha surgido dentro de mi y sé que tengo recursos a mi alrededor que me dan energía suficiente. Tengo varios proyectos sobre la mesa, unos son profesionales pero otros son personales y todos son importantes. A veces me olvido de mi perfil de project manager y me dejo pisar por la incertidumbre. Ese fue mi día ayer, pero hoy, HOY, tengo perspectiva, veo las cosas de otra manera. Me siento reforzada y sostenida, y no solo por mi actual pareja (que está siendo un hermoso espejo donde mirarme y encontrarme con mis miedos para afrontarlos) sino por la vida en general.
Tengo la sensación de que voy pasando a través de estratos, de filtros, soy capaz de percibir el instante exacto de cuándo suceden y me maravillo de estos “soltares” en estos procesos. Me maravilla ver que soy un alma transitando y sanando capas de limitaciones y creencias. Me maravilla ver cómo mis pensamientos son creadores y cómo, a perspectivas temporales más amplias, percibo algo así como ”bloques de información” que representan meses de experiencias, hitos de cambio y momentos y personas clave.
Se presenta un 2020 lleno de malas noticias, limitaciones y frustraciones (ahí está Urano, haciendo limpieza) así que, viéndolo desde otra perspectiva, es una oportunidad de volver a la austeridad sin sentimiento de culpa, por decisión propia y antes de sentir el golpe. Hay que elegir reducir el ritmo, bajar la velocidad, buscar los silencios, dejar atrás los excesos (de deporte, de alimento, de ocio, de estímulos) para SABOREAR lo sutil. Ya sé, va a ser difícil, pero te aseguro que se puede y que todo empieza tomando la decisión de elegirlo. Sabes que vas a disfrutar menos caprichos ¿por qué no decidir tener menos ahora? ¡Antes de que los “eches de menos”! Cuando el país se esté enfrentando a la recesión y hasta que no veas claramente que te lo puedes permitir, ¿por qué no eliges ya cambiar de hábitos y ser un alegre austero de la vida? La austeridad no es sinónimo de escasez.
Esta situación nos ha puesto en un STOP forzado y nos ha obligado a mirar hacia lo que no estábamos mirando. Es un regalo ¿aún no te has dado cuenta? Date un respiro, observa, sonríe ante lo evidente… sin tiempo para ti y los tuyos nada tiene sentido. Ahora ves que todo lo superficial a lo que le estabas dando valor en realidad no lo tiene porque si tuvieras que meter en una mochila aquello que es imprescindible para sobrevivir no estarían esas vacaciones de ensueño, ni ese Rolex de 1500€, ni ese coche que quieres o tienes… sería la comida y la ropa básica de vuestra familia, el juguete preferido de tu pequeña, tu libro preferido y las mantas con las que os cubriréis por las noches. Se ilumina lo que de verdad es importante: lo que amas sobre todas las cosas… Todo lo demás es prescindible. Ante la obviedad, nuestro corazón se impone y me surge la siguiente pregunta ¿hasta tal punto de desconexión hemos llegado que todavía damos valor a lo material frente a lo inmaterial?
Pongámonos en situación. Dentro de 6 meses y durante un año o dos —como mínimo— estaremos en una crisis económica importante. Seguramente todos (o casi todos) los que quedemos vivos para sostener nuestro tejido productivo y social conviviremos con limitaciones y falta de recursos. Y ahora voy y os recuerdo qué hacen los osos en invierno: hibernan. Reducen su actividad metabólica para, consumiendo y moviéndose lo mínimo, poder sobrevivir. Lo mismo hacen los arboles, ante el clima de frío extremo, dejan caer sus hojas en otoño (se preparan) para afrontar un periodo de introspección, sanador, en el que su salvia sigue fluyendo pero prescinden de lo superfluo para no desperdiciar energía. Así que te propongo seguir su ejemplo y reducir o prescindir de lo superfluo para cuando vuelva “la primavera” post-crisis COVID19.
Sé que somos seres de estímulos (es lo que tiene tener 5 sentidos que captan y dejan entrar al organismo “los alimentos” de este mundo que nos dan vida), necesitamos la intensidad para sentirnos vivos pero en el equilibrio está la clave, EN SERIO. Al igual que a la naturaleza, los días de sol y los días de lluvia nos nutren, de maneras diferentes pero es así.
Se dice que sin la oscuridad no podríamos ver La Luz y que tras las nubes siempre está el sol… ¿Qué mas necesitas para ver que esto no durará toda la vida? ¿Que es momento para hibernar sabiendo que de estas saldremos vivos y MUY LIGEROS? ¿Qué problema hay con esto? ¡Si es genial!! No se trata de anhelar “una vida mejor”, se trata de vivir este momento presente con total consciencia, agradeciendo lo que ahora tienes y la oportunidad que se te está dando para soltar mochilas, cargas y limpiar tu organismo y entorno de lo prescindible, de toxinas (informativas, grasa acumulada, mente inquieta, malos hábitos, etc). Si tu ira y angustia no te deja verlo ahora, no pasa nada, tal vez recuerdes estas palabras más adelante porque lo verás tarde o temprano.
Cuando pase todo, te darás cuenta de que esta etapa fue perfecta porque, a la fuerza o no, te ayudó a librarte de lo que no necesitabas. Puede que duela, pero tranquilo, pasará. Resurgirás con un nuevo cuerpo, nuevos principios y nuevos valores, más livianos y realistas en los que, espero, esté el cuidado del planeta.
Estamos en deuda con él, no lo olvides. Naciste en su regazo y te irás en él de nuevo. Valora lo que te sostiene, lo que está bajo tus pies y eres incapaz de ver en su inmensidad. Solo siente y conecta.
Bella reflexión y difícil de seguir, aunque estamos en tiempos de cambios y o los hacemos nosotros mismos o ellos nos arrastraran mas pronto que tarde.
Un beso preciosa
Madura y preciosa reflexión. Puede dar vértigo soltar lo que tienes, porque es en lo que tienes donde se sostiene el ego, y esa es la trampa, porque nunca es suficiente…salvo que pongas tu consciencia, tu sentido de identidad, en el Ser…entonces basta con existir y uno deja de resistirse al cambio permanente de las cosas.
Cierto, da mucho vértigo pero, como comentas, dejar de resistirse es la manera para estar preparados. Mientras, sintamos esa conexión con el Ser, presente en todas las cosas y a cada instante. ¡Mil gracias por tu aportación! Namasté Maestro.