Al igual que mis Instagram stories o mis vídeos de YouTube, mis artículos no tienen una periodicidad, y deberían, pero es que todavía debo estar creciendo porque soy muy inquieta. A alguien le oí decir una vez (creo que a mi madre) «carne que crece no para quieta» así que esa debo ser yo. Pero es que vivir en tiempos de sequía es difícil. Me explico…
Viniendo yo del sector del marketing, publicidad y diseño, soy consciente de que ‘debería’ tener algún tipo de estrategia de contenidos pero por alguna razón me rebelo ante los ‘debería’ y los ‘tendría‘. Para mi representan una obligación, y desde bien niña no me llevo bien con las exigencias. Intento cumplirlas pero pasado un tiempo me siento como oprimida por ellas así que si se supone que lo ‘bueno’ para que mis contenidos interesen es que escriba un post a la semana , suba un vídeo a mi canal de YouTube y mantenga mi perfil de instagram actualizado con 2/3 publicaciones al día, pues mi mente me sabotea y decide que no le inspira nada y que no vale la pena publicar nada porque a nadie interesa lo que estoy viviendo.
Con el tiempo he llegado a pensar que sólo parecen funcionar las cosas a largo plazo si me enriquecen personalmente lo suficiente, si me emocionan, gratifican o me divierten. Resulta que no me gusta tanto lo preparado y planificado como pensaba. Aún así, creo que son etapas. Vamos yendo de un lado al otro del barco. A veces necesitamos pasar por etapas de control para sentirnos seguros y estables y a veces pasamos por otras en las que o haces locuras imprevistas o sientes que no vale la pena vivir. Al final todo es un ir y venir hacia y desde algún sitio, ya sea físico o mental o emocional.
Sé que no os he contado los últimos dos módulos del curso de profesores de Prana, sé que hace tiempo que no publico sobre ningún batido o receta, sé que mis historias de instagram son esporádicas y que mi aprendizaje en el yoga parece estancado pero no es así. No he publicado mucho en ningún sitio precisamente por estar pasando una de esas fases del aprendizaje en las que te sientes vulnerable, triste, sin ánimo… encontrando una parte en mí que hay que sanar. Y en ello estoy.
La sequía creativa
La mente me lleva de un lado al otro, manteniéndome ocupada en cien cosas. Creo que si estoy ocupada, el cielo me pillará trabajando si me reclama y entonces mereceré su cariño. Nos sentimos útiles haciendo cosas inútiles y dentro nuestro va creciendo una emoción de tristeza. El dharma que nos impulsaba cada mañana se está apagando y no sabemos muy bien cómo remediarlo más cuando se supone que te esperan en el trabajo para una reunión a las 9 am. Así, un día tras otro la rutina te absorbe hasta que llega un día en que lo mandarías todo a la mierda. Estás tocando fondo.
En esta etapa que estoy pasando no siento que esté al fondo de ningún sitio pero tampoco me siento completamente alegre y eso me tiene algo desconcertada y desmotivada. No es bueno estar pletórica ni apática, lo ideal es el punto medio, pero una vez conoces la alegría suprema, no quieres bajar de ahí. Al final es, como me dijeron hace unos días, un movimiento en péndulo. Vamos de una emoción a otra para sentir con intensidad ambas emociones, queremos SENTIR las experiencias. Nuestra alma quiere experimentar así que durante un tiempo se engancha a las cosas que nos hacen sufrir para luego soltarlas e ir al otro extremo del péndulo, el de la felicidad. Y así vamos buscando excusas en las que o la vida es bella o la vida es un palo.
Y a medida que crecemos, nuestro cuerpo (materia) va mermando sus capacidades y nos obliga a reducir el ritmo. Si no fuera por esa condición nuestras almas posiblemente consumieran este planeta que habitamos en pocos años así que sospecho que la naturaleza es sabia y nos ‘contiene’ de esta manera (entre otras). Al reducir la energía y ritmo de nuestro cuerpo, de alguna manera ese péndulo de experiencias hace recorridos más cortos, en los que no hay extremos intensos y adrenalínicos sino momentos más equilibrados y cercanos entre sí, más aburridos para mí. Eso es porque dentro de este contenedor que es mi cuerpo, mi conciencia sigue sintiéndose joven y tiene ganas de experimentar como cuando llegué al mundo.
Cuando seguimos queriendo experimentar la felicidad y la euforia pero nuestro cuerpo está cansado de correr de un lado para otro es cuando empezamos a tener las crisis de los cuarenta, de los cincuenta, de los sesenta… es mental, creemos que se nos acaba el tiempo. A mi me pasa que quiero tener la misma energía que hace cinco años y al ver que hay algo dentro mío que se resiste porque siente que me voy a desgastar me enfado conmigo misma. Tengo una lucha interna interesante.
Eso estoy pasando estos últimos meses. Persigo un sueño que parece inalcanzable y eso me frustra, quiero que las cosas lleguen rápido y se me olvida disfrutar del camino. Intento disfrutar del camino y siento que estoy tirando la toalla con ese sueño inalcanzable entonces me fustigo diciéndome que no merezco tal o cual cosa, que no cumplo… ¿Sabéis qué? hasta de esos tejemanejes de mi mente se cansa una. Y una vez me rindo, cuando dejo de buscar sentido a todo, vuelvo a darme cuenta de lo bello que es el mundo que habito.
A veces nos cansa vivir, es agotador, pero si lucháramos menos, si corriéramos menos, si persiguiéramos menos y respiráramos más, nos daríamos cuenta de que no se nos espera en ningún sitio, no se nos exige realmente nada ni necesitamos tanto eso que perseguimos. Nos daríamos cuenta que ya tenemos todo lo que hace falta para ser feliz y simplemente seríamos felices. Yo lo he sentido muchas veces en estos dos últimos dos años pero como energía que soy -literalmente-, estoy en constante movimiento y seguiré meciéndome en este péndulo de emociones que es la vida. Una vez se es consciente de eso, se puede ver y entender que mi conciencia y mi alma están jugando y que todo lo que experimento son como parte de una película o como las casillas a las que caigo en un tablero de la oca, sólo son vivencias para sentir. Cuando hayamos dejado este cuerpo ninguna de ellas te las llevarás contigo, volverás al plano físico en una siguiente vida para experimentar de nuevo, ¿qué más da entonces?
Namasthe lectores.
Hola MJ. Me resuena muchísimo por alguien muy cercano que está pasando por lo mismo 😉
Lo que puedo ver fácilmente desde fuera, es una necesidad de control, de controlar las emociones y de juicio sobre lo que tienes o no tienes que sentir en un momento u otro. Cuando no concuerda con lo que «debería» te castigas con el mero pensamiento de estoy haciendo algo mal. Que es lo mismo a no confiar que hay una razón, y que esa se desvelará a su debido tiempo. Que no somos ajenos a los cambios que se producen alrededor nuestro. Ni ajenos a la energía que nos rodea. Que debemos dejarnos llevar cuando ocurren estas cosas. Porque es tiempo de aprender de ello, de observar y no controlar o manipular. Hay tiempo para todo. Cuando se comprende que no eres un SER ajeno a lo que ocurre a tu alrededor, y en el planeta, entenderás que te afecten etapas que van más allá de todo lo que haces para estar siempre del lado de la «alegría».
Hay que mirar lo que sucede con los ojos del observador y con esa curiosidad que invita a aprender del proceso de la vida. Simplemente observar y preguntarnos ¿qué tengo que aprender de lo que está pasando? sin juicio alguno, pero con plena conciencia.
Muaaaaaaaa
Ya ves, cierto todo lo que dices. Qué pena que se nos olvide tantas veces 🙁 ¡¡¡y cuánto me cuesta soltar el control del todo!!! Jajaja. ¿Y mira que lo llevo trabajando tiempo eh? ¡Gracias por comentar el artículo!