Uno de los trabajos más complicados que he tenido que hacer es mantener la fe en el Universo. Cada día hay que renovarla, dedicarle unos minutos en paz, darle amor y aceptación. Es cuestión de práctica pero sobre todo de INTENCIÓN. Hay que decidir prestarle atención.
Si permitimos que nuestro ego y las experiencias diarias nos distraigan nos abducirán y finalmente sólo veremos aquello que tenemos delante de una manera muy sesgada, superficial, sin perspectiva. Nos veremos encerrados en una ‘caja sensorial’ de la que volver a salir va a costarnos mucho trabajo y enfrentarnos a muchos miedos autocreados.
Es más sano y satisfactorio dedicar cada día unos minutos a renovar nuestra fe en que TODO VA A SALIR BIEN porque nos libera de la responsabilidad de salvar al mundo, de protegerlo (incluidos nosotros en él, claro).
Lo siento, tengo que decírtelo, nunca podrás controlarlo todo, nunca podrás controlar a todos, no eres Dios. De hecho, cuando nos rendimos ante la vida y «tiramos la toalla» es cuando parece que el barco recompone su rumbo y salimos airosos. Ahí está la clave, ¡vayamos a ese punto directamente! saltémonos el sufrimiento, el deseo de control y la lucha. Dejemos de querer que las cosas salgan como queremos y dejemos al universo hacer lo que mejor sabe hacer: crear abundancia.
Sólo confía.
Permite a la vida encontrar la manera de hacerte feliz.
Déjate llevar.
Que tus decisiones y elecciones sólo alcancen al día de hoy.
No pienses en mañana.
En «El Poder de la intención» (Wayne Dyer. Editorial DEBOLSILLO) hay una frase que a mi me ayuda a reforzar esa fe en el Universo. Te la transcribo aquí para que la pongas en un papel y te la lleves contigo a todos lados todos los días desde ya:
«Hola, soy Dios. Hoy voy a encargarme de todos tus problemas. Como no necesito tu ayuda, que pases un maravilloso día.»
Cambiad la palabra «Dios» por el Tao, Jesús, el Universo, la Fuerza, la cara de la abundancia o lo que queráis, el resultado es el mismo: soltar el deseo de controlar los resultados y confiar en que todo terminará por estar en su lugar en el momento oportuno.
Ya me contáis cómo terminan vuestros días cuando os leéis esta frase. Namasté amigos.
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