Si has leído mi historia recordarás que desde el año 2002 medito todas las mañanas, aquello me hizo reflexionar sobre el valor de las cosas y empezar a buscar otro ritmo de vida pero sobre todo, otra actitud. Aquel año conocí a Manuel Galdón, (que a día de hoy sigue siendo mi pareja) y su experiencia de vida, curiosamente, incluye el yoga. Durante años fue no sólo profesor de Raja Yoga en Barcelona sino que estuvo viajando a la India para hacer labores de voluntariado, organización de eventos para naciones unidas e interpretación para los diputados europeos.
Él me descubrió mi primer libro de yoga: Autobiografía de un Yogui. Una joya para los que buscamos respuestas a las preguntas que, tarde o temprano, aparecen en nuestra mente en algún momento de nuestra vida.
Podéis encontrarlo en La Casa del Libro
No recuerdo en qué momento fue pero unos años después, Sonia Arcos me recomendó ver Conversaciones con Dios. Fue una película que me marcó. Desde ese día empezaron a llegarme montones de mensajes en forma de libros, citas, imágenes… todas me llevaban a conocer a Wayne Dyer y su obra, especialmente El Cambio (The Sifth). Aquello si que me removió por dentro. He visto la película más de una docena de veces y cada vez que la veo profundizo más en sus enseñanzas.
Cuando empecé a hacer yoga lo hice de modo autodidacta, como creo que todos empezamos (más siendo escéptica como era respecto a ello en aquél momento). Tropecé con Elena Malova en YouTube tras ver otros vídeos y algo en su yoga dinámico conectó conmigo. Al practicarlo me sentía viva, capaz, atrevida y ausente. Me quitaba todo ‘de la cabeza’ mientras seguía sus instrucciones. Podéis visitar su página web aquí.
Aquello me pareció un ejercicio liberador (todavía no sabía que es mucho más que eso) y comencé a buscar escuelas en Alicante donde asistir a clases queriendo «hacer las cosas bien» y para profundizar un poco más. Varias personas me recomendaron ir a PRANA así que en agosto me convertí en una alumna más. Eran clases flojitas pero perfectas para mí porque necesitaba saber de qué trataba y… me encantó.
Cuando supe que comenzaría a trabajar en Alcobendas, lo primero que hice fue buscar una sala de yoga y luego un piso cerca. Encontré ambas cosas muy rápido y comenzó una etapa de introspección. Disponer de espacio y mucho tiempo para mí ayudó mucho. La sala escogida fue Vasudeva, gestionada por Carlos Miguel Pérez. Un profesor con mucha técnica y rigor que me enseña a respetar mi cuerpo y a escucharlo con paciencia. Su disciplina ha desarrollado mi atención, y mi motivación a progresar está haciendo el resto. Cuando asisto a sus clases, el resto del mundo desaparece.
Mientras pasaba todo esto, le iba pillando el punto a Instagram pero todavía no le encontraba mucho valor hasta que la búsqueda de nuevas asanas me hizo investigar y tropecé con un artículo que hablaba de Rachel Brathen (Yoga Girl) y la gestión de su marca en el ámbito del social media. Fue muy inspirador y hoy sigue siendo la persona que más me inspira personal y profesionalmente. Su perfil en Intagram fue de los primeros que seguí.
Podéis visitar su web, seguirla en instagram o asistir a sus clases on line en oneOeight. Actualmente está a punto de ser mamá y en breve abrirá las puertas de su centro de yoga IslandYoga que está construyendo.
Seguí buscando nuevos perfiles de Instagram y descubrí un mundo lleno de intensidad, belleza, equilibrio y fuerza «¡Qué maravilla!» me dije, y comencé a seguir a muchos yogis. Así encontré a Kino McGregor (Kino Yoga), Talia Sutra, Yoga by Candace o Allie (The Journey Junkie).
Cada día busco sus publicaciones y cada día me animan a que siga con mi progreso. Espero que a vosotros también os inspiren. Lo más importante es que encontréis algún referente que os haga dar pasos para moveros de donde estáis.
¡Namasté amigos!